Los mercados financieros se agitan nuevamente, impulsados por el ascenso imparable de los rendimientos de los bonos del Tesoro de los Estados Unidos. El rendimiento del bono a 10 años se elevó al 4,969% el lunes, rozando el temido umbral del 5%. Este incremento, de casi 30 puntos básicos en la última semana, ha sacudido a los inversores y trae consigo una serie de interrogantes sobre el futuro económico.
Este aumento en los rendimientos de los bonos a largo plazo indica que el mercado está adoptando la idea de que las tasas de interés permanecerán elevadas durante un período más prolongado. De alguna manera, esto marca el inicio de una “nueva normalidad” en las tasas de interés, que parece situarse por encima de la selección de la Reserva Federal del 2,5%.
Jerome Powell, el presidente de la Reserva Federal, ha contribuido a esta narrativa al sugerir que una economía estadounidense más robusta de lo esperado podría justificar una política más estricta. Sin embargo, el aumento de las tasas de interés en el mercado podría disminuir la necesidad de que el propio banco central tome medidas adicionales.
Esta semana, se esperan actualizaciones clave sobre la economía de Estados Unidos, incluyendo datos sobre el crecimiento del tercer trimestre y el índice de precios de los gastos personales de consumo, que es una medida importante de la inflación preferida por la Reserva Federal.
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Otro factor que contribuye a esta tendencia alcista de los rendimientos de los bonos es el incremento proyectado en los préstamos del gobierno estadounidense. La semana pasada, se informó que Washington tiene un déficit presupuestario de 1.695 billones de dólares para el año fiscal 2023, un 23% más alto que el año anterior y, lo que es más significativo, más alto que los déficits previos a la pandemia.
- Presión alcista sobre el dólar estadounidense: Un aumento en los rendimientos de los bonos de EE. UU. tiende a atraer inversores hacia activos denominados en dólares, ya que ofrecen tasas de interés más atractivas. Esto puede aumentar la demanda de dólares, ejerciendo presión alcista sobre su valor frente a otras monedas, incluido el peso mexicano.
- Diferencia de tasas de interés: Con tasas de interés más altas en Estados Unidos, existe una mayor disparidad entre las tasas de interés en Estados Unidos y México. Esto hace que los activos denominados en dólares sean más atractivos en comparación con los activos denominados en pesos mexicanos. Los inversores pueden buscar rendimientos más altos en dólares, lo que podría debilitar el peso.
- Impacto en los flujos de inversión: Un dólar más fuerte y tasas de interés más altas en EE. UU. pueden disuadir la inversión extranjera en México, ya que los inversores pueden buscar rendimientos más seguros y atractivos en el mercado estadounidense. Menos inversión extranjera puede reducir la demanda de pesos, lo que ejerce presión sobre su valor.
- Commodities y exportaciones mexicanas: México es un importante exportador de petróleo y otros productos básicos. Un dólar más fuerte puede afectar negativamente los precios de las materias primas, lo que, a su vez, puede dañar los ingresos de exportación de México. Esto puede afectar la balanza comercial del país y, en última instancia, su moneda.
- Riesgo y volatilidad del mercado: La incertidumbre en los mercados globales debido a las tasas de interés más altas puede aumentar la volatilidad en los mercados financieros. Esta volatilidad puede generar aversión al riesgo y llevar a los inversores a refugiarse en activos seguros, como el dólar estadounidense, lo que nuevamente afectaría negativamente al peso mexicano.
En resumen, el aumento en los rendimientos de los bonos de Estados Unidos puede crear un entorno desafiante para el peso mexicano. Podría debilitar la moneda mexicana, afectar el flujo de inversión y tener repercusiones en las exportaciones y la balanza comercial de México. Esta combinación de factores está generando incertidumbre en los mercados, ya que los inversores se esfuerzan por entender cuánto durará este aumento de tasas, y cuál será el impacto en la economía y en otros activos financieros. La volatilidad y la cautela están en el aire, ya que el futuro económico de Estados Unidos y sus implicaciones globales se vuelven cada vez más desafiantes de predecir.